
¡Os echaré de menos!
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En Navidad, el mayor motivo de disputa en mi casa, es la colocación del Nacimiento. Siempre tengo bronca con mis hijos, y aunque hago firme el propósito de que esto no suceda, todos los años –inevitablemente- los problemas se repiten.
Ya os expliqué que las fiestas navideñas, en general, me hacen ilusión. Pero también reconozco que hay unos cuantos detalles que no me acaban de convencer.
 En los últimos años, por estas fechas, vengo observando una actitud que amenaza con convertirse en epidémica y que, en ese sentido, me preocupa.


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Estoy asustado.
 Según una reciente encuesta realizada por la revista “Playboy” a las empresarias italianas, los hombres más “sexys”,- en orden decreciente a la fascinación que despiertan-, serían:
No es lo mismo fracasar que ser derrotado.
Tras un ímprobo trabajo de campo, manejando un detallado muestreo surgido de sectores estadísticamente significativos de la población, (mi primo, mi suegra, cuatro amigos y el gato), he llegado a la irrefutable conclusión de que al mundo no lo mueve el “Amor”, sino la “necesidad de Amor”.
Pensé que nunca llegaría este momento, pero la decisión es irrevocable. Fatal y brusca, intempestiva e inopinada, pero tiene que ser así… o no será nunca. Me duele, más no encuentro,- por más que busco-, otra alternativa: He decidido abandonarte, querida mía, mi niña, mi princesa, mi encanto, mi amada.
Resulta recurrente el discurso con el que nuestras parejas suelen reprocharnos: No somos "detallistas", no poseemos esa complicada virtud de sorprenderlas con algún regalo inesperado, alguna sorpresa, algo imprevisto que suscite en ellas ilusión y alegría.
Ayer, en el Hotel Silken de Gijón, en el transcurso de una cena organizada por la Asociación de Escritores Noveles (AEN), se falló el segundo premio de relato corto “Luis Adaro”.
Hace un rato, mientras cenaba, he escuchado en la radio que unos terroristas se han apoderado del Hotel Taj, en Bombay, y que han matado a varias personas.
The Rake´s Progress, (“La carrera del libertino”), es el título de la ópera a la que asistí ayer por la noche en el Campoamor. Obra de Igor Stravinsky,- estrenada en la Fenice de Venecia en 1951, e inspirada en una secuencia pictórica de 8 cuadros de William Hogart-, constituye un virtuoso ejercicio neoclásico del siglo XX.
Si hay alguien que de verdad me pone de los nervios, estos son los publicistas “retorcidamente creativos”. El otro día, al abrir el correo, me encontré con una postal en la que se veían las fotos que os muestro en la entrada de hoy. Por detrás de la tarjeta, sin ningún texto explicativo, leí una misteriosa frase destacada en llamativos caracteres tipográficos:”ALGUNAS COSAS SOLO PUEDEN SER BLANCAS”.
Resulta de todos conocido, y así nos lo recuerda el Bardo de Avon, que “la mujer es un manjar digno de dioses…cuando no lo cocina el diablo”.
Mientras mi señora se perdía en el departamento de verduras, yo, sin nada mejor que hacer, deambulaba despistado por los pasillos del centro comercial. Algo llamó mi atención:
Alguien comentó que intentar cambiar el comportamiento de un pervertido es como intentar sembrar en el mar, pero prefiero adherirme a la idea -más combativa- de un clásico como Virgilio que exhortaba: 


Estos días no tengo tiempo para escribir en el blog, ya que, como véis en la foto, me dedico a alternar con la realeza. 

Hoy, según datos oficiales, el paro alcanza a 2.818.026 personas, su mayor cifra desde 1996.
Los pollos de “La Teyera” son un caso especial. Son pollos limítrofes, borderline, confusos, ambiguos, despistados, todo el día saltando de un lado a otro del corral, pasando de Mieres a Langreo y viceversa. No es de extrañar, pues, que busquen el cálido y disperso reposo entre el arroz de la cazuela de Dorina.