
Lo dicho.
Aunque algunos, (cuyo trabajo, intuyo, no debe ser agobiante en exceso), señalan que el descanso solo es bueno para los muertos, me identifico más con el pensamiento del esclavo y escritor romano Gayo Julio Fedro que advierte que “si tienes el arco siempre tenso, muy pronto lo romperás”. Así pues, abandono totalmente el arco y solo mantendré prestas las flechas para las aceitunas sin hueso que acompañan a los Martinis.
El viernes, un amigo- muy entendido en botánica- nos hizo una visita en Pando y, observando el color amarillento de las hojas del sauce próximo a la casa, diagnosticó:
Tengo un amigo que tiene dos hijos. El mayor, persona muy inteligente, trabaja como profesional cualificado y genera una gran cantidad de ingresos, parte de los cuales entrega en casa para sufragar los gastos familiares, ya que –estando soltero- reside en el domicilio paterno .El hijo pequeño, menos inteligente, no encuentra trabajo, a pesar del gran esfuerzo que pone en ello, y por tanto su contribución a la economía de la familia es prácticamente nula. Cuando salen ambos el fin de semana, el padre, siguiendo una vieja tradición, les entrega una cantidad de dinero para sus gastos. Al mayor, que ya tiene mucho, le asigna una importante cantidad de dinero, mientras que al pequeño, por el contrario, le despacha con unas cantidades tan irrisorias que en ocasiones apenas le alcanzan para tomarse un café.
Me parece razonable que, dado las elevadas tarifas que aplica, la industria hotelera se interese por la comodidad de sus clientes. Bajo esta adecuada filosofía del negocio, me han informado que existe en Nueva York un establecimiento preocupado porque sus usuarios disfruten de un agradable descanso. Admitidos- por habituales- los clásicos detalles de la carta de almohadas, el antifaz, los tapones para los oídos y la chocolatina sobre la mesilla de noche, en este hotel ,-buscando la excelencia- indagan sobre las preferencias del cliente sobre música, temperatura de la estancia e incluso sobre si al usuario le gusta dormir abrazado a un osito de peluche. Asimismo, ofrecen opciones tales como recibir, antes de acostarse, una clase de yoga en la misma habitación o 15 minutos de masaje anti-estrés.
Este año asistí en el Campoamor a esa fantástica (y larga, más de 5 horas) ópera Wagneriana. Un detalle novedoso, (nunca lo había contemplado con anterioridad), fue la presencia de dos jóvenes y apuestos actores (chico y chica), representando la acción en el centro del escenario, a la vez que los cantantes , tras un atril, los secundaban en ambas esquinas del mismo, acompañando con sus voces el desarrollo de la historia.
Estimado Pipo:
Cuando entro en el gabinete y me enfundo los guantes de látex, nada ni nadie distrae mi atención en el instante en el que me dispongo a oficiar, cual sumo sacerdote, el sagrado ceremonial en el altar de la boca de mis pacientes. (Permítaseme la irreverente analogía)
Ayer, debido a una extraña conjunción astral, me encontré absolutamente solo en casa. Y eso, habitual para muchos, en mi caso, padre (e hijo) de familia numerosa, constituye una situación que podríamos calificar de verdadera “singularidad”. Así pues, me quedé más solo que la una y -por lo inesperado del escenario- no sabía muy bien qué hacer en ese glorioso momento que siempre había yo imaginado como la culminación de una soñada utopía.
Yo estaba muy feliz. Mi novia y yo habíamos decidido casarnos. Mis padres nos ayudaron muchísimo, mis amigos me apoyaban. Y mi novia era un sueño. Solo había una cosa que me intranquilizaba mucho, y era la mejor amiga de mi novia. Era inteligente y sexy, y a veces flirteaba conmigo, y esto me consternaba. Un día, la amiga de mi novia me llamó por teléfono y me pidió que fuera a ayudarle con la lista de invitados a la boda. Así que fui para allá. Ella estaba sola, y cuando llegué, me susurró que, ya que me iba a casar con su mejor amiga, y teniendo en cuenta que ella tenía ciertos deseos hacia mi persona, y que ya no podía aguantarse más, antes de que me casara y comprometiera mi vida con su mejor amiga, quería hacer conmigo el amor una sola vez. ¿Qué podía decir yo? Estaba totalmente sorprendido y no pude articular palabra. Así que me dijo:
En consonancia con los apuros económicos de la nación, el Alcalde de Oviedo acaba de promulgar una nueva normativa para reducir el consumo eléctrico de la ciudad , y para ello propone encender tan solo la mitad del alumbrado urbano.
El jueves, por la noche, alcancé la Villa del Sella en mi piragua de cuatro ruedas y ,mirando el cielo, presumía que, -cuajado de estrellas-, auguraba un día venidero radiante. El viernes, a media mañana, el persistente orbayu echó por tierra todas las predicciones. Quizás el “Meteosat Celestial” (¿será Santa. Bárbara la encargada?), no tiene suficiente cobertura en aldeas recónditas como Pando. Las labores de siega quedaron así interrumpidas y, por imperativo meteorológico, la “pación” se tornó en “meditación”. Atechado bajo el porche y sin nada que cortar ni pinchar, abrí los sentidos a lo inusual. Contemplé cómo los laureles -haciendo reverencias al viento del Norte-  susurraban palabras entrecortadas que no supe interpretar; Un escandaloso grupo de grandes pájaros negros, (mi cultura ornitológica solo distingue dos especies: los grandes y los chicos) mantenían una acalorada discusión entre estruendosos graznidos; Los pájaros más pequeños, a pesar de que la neblina comenzaba a hacerse densa, trazaban arriesgados vuelos rasantes sobre el sembrado. (¡Coño, señores del aeropuerto de Asturias, no puede ser tan difícil!); Los avellanos, pura flexibilidad, cimbreaban sus ramas hasta alcanzar, coquetos, el espejo de la piscina. Pero algo no iba bien: El móvil de viento, otrora relajante con su campana Zen, tañía a muerto. El sauce, mas afligido que de costumbre, acumulaba a sus pies una espesa mezcla de lluvia y lágrimas verdes…
La irregularidad en las entradas de las últimas fechas se debe a que, durante esta época prevacacional, me escapo a Ribadesella, idílico lugar al que huyo siempre que puedo y en el que, buscando el olvido de la frenética actividad profesional, me nutro con la sopa espesa de la neblina y la hojarasca (¡Qué cursi, por Diooos!).

Para evitar la deforestación, alguien ha propuesto una cocina solar que aproveche la energía del astro rey para preparar los alimentos. 
 Mañana soleada en la playa de Vega (Ribadesella).Una pareja desea leer el periódico simultáneamente y se lo reparten: Mientras la mujer se limita a sujetar entre sus manos una sola hoja, el hombre pelea contra el viento para mantener a buen recaudo las 80 restantes.
Déjame que te explique una cosa que hace tiempo que quería contarte:
Me han contado que en Pamplona, y por el recorrido habitual, se desarrolló, días pasados, un encierro motorizado. No he recibido noticias sobre si los morlacos de pata de slick y cuerpo-pegatina de Movistar llegaron a empitonar a alguien con el alerón delantero, y si sirvió para algo haber corrido con la prensa enrollada en la mano para mantener la distancia ante tan afilados morros aerodinámicos.
El malvís (Turdus philomelos), también denominado zorzal común, es un pajarillo rechoncho, insignificante, alicorto y patilargo, cuyo canto se escucha con gran intensidad desde la mañana a la noche en zonas arboladas. Su voz, que varía en cada individuo, se atenúa en los meses de agosto y septiembre, aunque durante esa época algunos ejemplares continúan cantando.