jueves, 24 de julio de 2008

Economía familair

Tengo un amigo que tiene dos hijos. El mayor, persona muy inteligente, trabaja como profesional cualificado y genera una gran cantidad de ingresos, parte de los cuales entrega en casa para sufragar los gastos familiares, ya que –estando soltero- reside en el domicilio paterno .El hijo pequeño, menos inteligente, no encuentra trabajo, a pesar del gran esfuerzo que pone en ello, y por tanto su contribución a la economía de la familia es prácticamente nula. Cuando salen ambos el fin de semana, el padre, siguiendo una vieja tradición, les entrega una cantidad de dinero para sus gastos. Al mayor, que ya tiene mucho, le asigna una importante cantidad de dinero, mientras que al pequeño, por el contrario, le despacha con unas cantidades tan irrisorias que en ocasiones apenas le alcanzan para tomarse un café.
Intentaba yo hacer ver a mi amigo la injusticia de su procedimiento de reparto, pero –ofendido- me comentó muy serio:
“Yo me fijo en los que entienden, y procuro aplicar a las cuentas familiares los principios de los economistas que distribuyen en nuestro país los fondos designados a las distintas autonomías”
-“Tú lo que eres es un cabrón”,- le dije al despedirme

2 comentarios:

Pele Ón dijo...

Los tiempos cambian, y más vale hacerse a la idea. Esa ecuanimidad podríamos tenerla también con "el resto del mundo".
Nadie tiene recetas perfectas, y todos barren para casa, que es lo lógico; yo también.

Anónimo dijo...

Vivimos en un mundo cada vez mas insolidario, somos egoistas y solo pensamos en nosotros primero. Pero la vida da muchos tumbos, vueltas, y hace que a veces necesitemos de los demás.

Y hoy en dia, en este tiempo que nos ha tocado vivir,en que nuestra libertad fisica y moral se encuentra manipulada por los poderes económicos y políticos, en la época del relativismo, es muy peligroso dejarse llevar por esa falsa seguridad en nosotros mismos y nuestras posibilidades.

Barrer para casa si, pero nunca olvidarse de los que no la tienen.

Salu2