jueves, 17 de julio de 2008

Fidelidad

Yo estaba muy feliz. Mi novia y yo habíamos decidido casarnos. Mis padres nos ayudaron muchísimo, mis amigos me apoyaban. Y mi novia era un sueño. Solo había una cosa que me intranquilizaba mucho, y era la mejor amiga de mi novia. Era inteligente y sexy, y a veces flirteaba conmigo, y esto me consternaba. Un día, la amiga de mi novia me llamó por teléfono y me pidió que fuera a ayudarle con la lista de invitados a la boda. Así que fui para allá. Ella estaba sola, y cuando llegué, me susurró que, ya que me iba a casar con su mejor amiga, y teniendo en cuenta que ella tenía ciertos deseos hacia mi persona, y que ya no podía aguantarse más, antes de que me casara y comprometiera mi vida con su mejor amiga, quería hacer conmigo el amor una sola vez. ¿Qué podía decir yo? Estaba totalmente sorprendido y no pude articular palabra. Así que me dijo:
-Iré a mi cuarto, y si tú lo deseas, entra y me tendrás.
Admiré su maravilloso trasero meciéndose al subir por las escaleras. Me levanté del sillón y estuve así, de pie, por un momento. Me di la vuelta y fui a la puerta principal, la abrí y salí a la calle, dirigiéndome a mi coche. ¿Y quien creéis que estaba allí? ¡Mi novia, esperándome! Con lágrimas en los ojos me abrazó y me dijo:
-Estoy muy feliz y orgullosa de ti. Has pasado mi pequeña prueba. No podría tener a un mejor hombre como marido.

Moraleja: Deja siempre tus condones en el coche

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