Déjame que te explique una cosa que hace tiempo que quería contarte:
La Angelina tiene unos ojos preciosos, de acuerdo, pero los tuyos, aunque sea a hurtadillas, me miran con más dulzura.
Su cuerpo resulta extraordinario, es cierto, pero el tuyo es cálido, suave, próximo: Su tibieza vela mis sueños.
Es verdad que ella tiene unos labios espléndidos, pero solo los tuyos aplacan mi sed.
Y su cintura se cimbrea como un junco azotado por el viento del Nordeste. Sin embargo, de la tuya – fértil - han brotado mis retoños.
No te extrañe, pues, que a ella la mire, mientras que a ti – además - te admire.
Y más importante todavía: que te quiera.
Sí: Aunque yo no te lo diga, aunque tú no me lo creas…
La Angelina tiene unos ojos preciosos, de acuerdo, pero los tuyos, aunque sea a hurtadillas, me miran con más dulzura.
Su cuerpo resulta extraordinario, es cierto, pero el tuyo es cálido, suave, próximo: Su tibieza vela mis sueños.
Es verdad que ella tiene unos labios espléndidos, pero solo los tuyos aplacan mi sed.
Y su cintura se cimbrea como un junco azotado por el viento del Nordeste. Sin embargo, de la tuya – fértil - han brotado mis retoños.
No te extrañe, pues, que a ella la mire, mientras que a ti – además - te admire.
Y más importante todavía: que te quiera.
Sí: Aunque yo no te lo diga, aunque tú no me lo creas…
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