
En su columna diaria, mi amigo- y laureado escritor- Pepe Monteserín, extrapola esta iniciativa a los jinetes de un centro ecuestre, y dice que si les proporcionáramos una sola espuela con la que lograran el trote de la mitad del caballo, con toda seguridad la otra mitad le seguiría.
Pero yo pienso que esta extrapolación será necesariamente parcial.
Porque –tratando de ahorrar emociones- ¿cómo haremos, ¡ay!, el amor a medias?
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