Ayer, debido a una extraña conjunción astral, me encontré absolutamente solo en casa. Y eso, habitual para muchos, en mi caso, padre (e hijo) de familia numerosa, constituye una situación que podríamos calificar de verdadera “singularidad”. Así pues, me quedé más solo que la una y -por lo inesperado del escenario- no sabía muy bien qué hacer en ese glorioso momento que siempre había yo imaginado como la culminación de una soñada utopía.
Traté de animarme evocando a Eurípides y su consejo de”remar en el propio barco” y me afané con múltiples ocupaciones atrasadas, si bien no acabé de cogerle el punto al timón, la lancha cabeceaba demasiado a pesar del poco viento, la calma chicha y el nulo ruido.
Más tarde, pusilánime, me asusté recordando que la soledad es tan peligrosa que si permaneces mucho tiempo en ella tiendes a poblar el espíritu de fantasmas. Para ahuyentarlos, leí ciencia, poesía, novela y hasta el periódico con su correspondiente suplemento dos veces; comí, bebí paseé, salté, dormí, preparé un curso, dos conferencias, la contabilidad del último trimestre, estudié inglés, revisé el correo y cuando estaba a punto de iniciarme en el encaje de bolillos recordé a Víctor Hugo que aseguraba que la vida es imposible en soledad y que se necesita más de una persona para arrastrarla. La reflexión despejó mi horizonte y,- a la hora de la cena, más calmado-, me marché al Caribe .En ese entorno, logré por fin que hasta parecieran divertidas las aventuras de los tuertos de la pata de palo.
Traté de animarme evocando a Eurípides y su consejo de”remar en el propio barco” y me afané con múltiples ocupaciones atrasadas, si bien no acabé de cogerle el punto al timón, la lancha cabeceaba demasiado a pesar del poco viento, la calma chicha y el nulo ruido.
Más tarde, pusilánime, me asusté recordando que la soledad es tan peligrosa que si permaneces mucho tiempo en ella tiendes a poblar el espíritu de fantasmas. Para ahuyentarlos, leí ciencia, poesía, novela y hasta el periódico con su correspondiente suplemento dos veces; comí, bebí paseé, salté, dormí, preparé un curso, dos conferencias, la contabilidad del último trimestre, estudié inglés, revisé el correo y cuando estaba a punto de iniciarme en el encaje de bolillos recordé a Víctor Hugo que aseguraba que la vida es imposible en soledad y que se necesita más de una persona para arrastrarla. La reflexión despejó mi horizonte y,- a la hora de la cena, más calmado-, me marché al Caribe .En ese entorno, logré por fin que hasta parecieran divertidas las aventuras de los tuertos de la pata de palo.
5 comentarios:
Eres un superdotado, mira que llegas a hacer cosas en un momento de soledad. Los pocos que tengo yo, entro como una tonta en el blog de un amigo de la infancia, y me entretengo leyendo...
Siestera
Estoy de acuerdo en todo (lo de superdotado, lo de leer mi blog...), pero por lo que no paso es por lo de "amigo de la infancia": Eramos jóvenes, pero no tanto...
En parte tienes razón, tú no eras tan niño, pero creo recordar que yo tenía como mucho 13 o 14 años, y te aseguro, que era muy niña.
Siestera
Sí, reconozco que de aquella yo no tenía uso de razón. Y con el tiempo, tampoco he mejorado mucho.
Tú, en cambio...
ja ja ja
Casi se siente uno incómodo contestando a esta entrada......menudo rollito melojuvenil que os gastais los dos...SIESTERA Y TORDON..ja ja ja
Solo os falta deciros: cuchipirritina mia y guapichupichuli mio.....ja ja ja
A seguir así colegas, y que esa ilusión juvenil no decaiga nunca, aunque a veces os pueda parecer ridícula o incoherente.
Estoy empezando a pensar que el dueño de este blog está rejuveneciendo mucho últimamente....bien bien!!!
Un besito para la Siestera, je je je
A veces el tiempo libre es oro puro.
Salu2
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