lunes, 14 de julio de 2008

Verde, que te quiero verde.

La irregularidad en las entradas de las últimas fechas se debe a que, durante esta época prevacacional, me escapo a Ribadesella, idílico lugar al que huyo siempre que puedo y en el que, buscando el olvido de la frenética actividad profesional, me nutro con la sopa espesa de la neblina y la hojarasca (¡Qué cursi, por Diooos!).
Allí consumo las horas dedicado a las labores agrícolas, lucha ingenua y desigual contra la feracidad del todopoderoso verde asturiano.
A ver si matando las malas hierbas me sobrevienen pensamientos positivos…
“Morimos tal y como nacemos: Sin dientes, sin pelo, sin ilusiones…”
Espero- mientras siego- que la ilusión sea lo último que se pierda.

1 comentario:

Pele Ón dijo...

yo espero que, si al nacer todos ríen y yo lloraba, al morir, todos lloren y yo ría.