sábado, 25 de octubre de 2008

Casi me caso (2)

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Un futuro de titanio me resolvería un presente de cera, una existencia triste, contingente, sin ilusión, sin alegría: ¡Dios no existe! ,¡Nietzsche no existe!, ¡Mi incisivo no existe! Y si existe, lo hace escondido en alguna de las oscuras alcantarillas que rodean aquel semáforo maldito, aquella encrucijada siniestra. Marfileño testigo de mi dolor, mudo apéndice ajeno al vacío que dejó su vigorosa partida, a la partida de Marisa, a mi eterno sinsentido, a…
Siempre le tuve miedo a la muerte, pero nunca me la imaginé fraccionada en pequeñas dosis, en pedazos de marfil, en anticipos ebúrneos (¡pero tan visibles!), del mayor desastre de mi vida.
De qué sirvieron todos mis esfuerzos, los versos que aprendí, las palabras que le susurré, los anhelos que perseguí, los planes que realicé, las lecturas en las que me esforcé, los deseos de ser mejor, más hermoso, más esbelto, menos gordo, la búsqueda de la belleza por vía de apremio, la estética inalcanzable…
El azar se ríe de mí, se ríe de todos. Nadie puede crear su propia felicidad. Es la quimera de la locura, la maldición de los hijos de Eva. Somos pequeñas cáscaras de nuez a merced de las olas, los cielos ignoran nuestros afanes, los acontecimientos están prediseñados, lo aleatorio no se limita a presidir nuestra vida, sino que la modela en detalles insignificantes, en tenues vahídos, en nimias anécdotas, en golpes de mala suerte , en castañazos dados con muy mala leche.
Morimos un poco cada día, pero preferimos no pensar en ello. Disimulamos con la sobrecarga de ocupaciones, con ficticias metas, bordeando los límites bastardos de la hipocresía, ansiosos por escapar de nuestra limitada capacidad de maniobra. Sonreímos, pero esto es solo un reflejo inconsciente para escapar de lo desconocido, una manera frívola de olvidarnos de nosotros mismos, de nuestra pequeñez, de nuestra ridícula soberbia.
Y lloro por mí, por mi boda, por mi amor, por mi destino, por Marisa, por todos los poetas del pasado, por mi aspecto grotesco, por mi sonrisa desvaída, por los invitados, por mi incisivo, por el destino de los hombres, por las víctimas del azar.
E intuyo la luz en la aceptación de la minusvalía, en la limitación del entendimiento, en el freno a la inmortalidad, en las alas cortadas del que quiere ser como un dios y tiene que conformarse con un inestable envoltorio sobre una endiablada espiral de genes.

¡Adiós paleto, adiós Marisa, adiós vida!.

Alejandro, la gata, se arrellanó en la butaca e -, indiferente-, cerró los ojos

4 comentarios:

Pele Ón dijo...

Es muy fácil, hombre: convéncele de que toda la materia es una ilusión de la conciencia (maya) de que no existe pérdida alguna capaz de enturbiar la razón y el amor, y que tiene un motivo más para amar profundamente hasta en la desgracia y de probar dicho amor.
¡Si es que no quieren entender...!

Tordon dijo...

Ya se lo he dicho, pero ella insiste en que le monitor de aerobic muerde mejor...

Pele Ón dijo...

Osá, que te han lanzado el guante... Ya no es sólo el despedidor de soltería contra travesti, contra novia y contra monitor de aerobic(las desgracias nunca vienen solas) sino que, en esta sangrienta Justa, acaban de entrar los palanfralfredos. Asistente-escudero-técnico de una parte mutilada, contra Asistente-escudero-técnico del monitor...
Conociéndote, aceptarás el duelo, y me imagino devolverás a tu valido su función con la máxima potencia para competir en mordiscos.
¡Todo por la dama!

Tordon dijo...

Admirando sus habilidades en la materia,y recordando el diámetro de los biceps del monitor,creo que delegaré en Vd. mis intenciones de diálogo con el intruso.
La prudencia indica que la pérdida de un incisivo es más que suficiente.