sábado, 18 de octubre de 2008

El desconocido (2)

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Más tranquilo, y como autoafirmación, se atrevió a anclar en él la mirada, a escrutar su fisonomía, a escudriñar las facciones de aquel ajado semblante. Sin motivo aparente, sintió un pequeño escalofrío recorriéndole la espalda imaginándose con la misma edad de aquel hombre. Cruzó su mente, como una ráfaga, la imagen de sí mismo envejecido, la piel marchita, la lozanía de su juventud sepultada entre las arrugas. Y contempló la forma del fantasma de su propia sombra, la del espectro de lo que algún día sería…Se estremeció ligeramente, pero a continuación, sin pretenderlo, una progresiva melancolía comenzó a invadirle y presintió que su futuro estaba unido al destino de aquel extraño ser que tan indiferentemente le observaba. Y su desasosiego aumentó al comprobar que aquel hombre parecía confuso, desconcertado, dubitativo, con un aire ligeramente enfermizo. De hecho, tenía todo el aspecto de necesitar algún tipo de ayuda, algún consejo desinteresado; ¿Comprendía aquel hombre, -y en tal caso, aceptaba-el significado de una vida rutinaria? Tal vez se debatiera en la búsqueda infructuosa de ingenua s utopías; quizá no deseara ser feliz y solo se hallara a la espera de la nada. ¿Se estaría,- simplemente-, consumiendo? ¿Sería la soledad su única compañía? En algún momento, adivinó en aquella expresión la mueca de una incipiente locura. Y acaso, en su naciente delirio, aquel hombre solo esperaba, -tras la muerte-, una segunda oportunidad…
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