Esto hizo brotar un sentimiento de simpatía y esbozó una sonrisa, comprobando que, a su vez, el desconocido le devolvía,- cómplice-, la sonrisa. Y le reconfortó entonces la calidez de aquella mutua comprensión. Sintió deseos de conocerle, de hablar con él, de expresarle sus ideas, de ofrecerle su amistad, de compartir sus desvelos… Inició con la mano un ligero movimiento de saludo, pero le retuvo la inevitable timidez de siempre:
-¡Me tomaría por un estúpido!- pensó.
Y permaneció así durante unos minutos, inmóvil, absorto en la contemplación de aquel hombre, de su patética desesperanza, del escepticismo de aquella triste mirada, del abatimiento que traslucían aquellos párpados entornados…
De improviso, un destello en el espejo interrumpió sus reflexiones.
Y observó, desconsolado, cómo una tibia lágrima surcaba la mejilla de aquel desconocido…
-¡Me tomaría por un estúpido!- pensó.
Y permaneció así durante unos minutos, inmóvil, absorto en la contemplación de aquel hombre, de su patética desesperanza, del escepticismo de aquella triste mirada, del abatimiento que traslucían aquellos párpados entornados…
De improviso, un destello en el espejo interrumpió sus reflexiones.
Y observó, desconsolado, cómo una tibia lágrima surcaba la mejilla de aquel desconocido…
1 comentario:
es muy habitual pensar que, de lo que más te has arrepentido de tu vida, es aquello que no te has atrevido a hacer.
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