Enlazando con las pseudociencias astrológicas de ayer, (sí, resulta increíble la truculenta habilidad de la que algunos hacemos gala para seguir soltando el “rollo”), me viene a la mente esta anécdota que, si mal no recuerdo, me contó mi padre cuando yo aún era estudiante.
La acción se desarrolla en el tiempo, no tan remoto, en el que los jóvenes abandonaban el hogar como emigrantes para “hacer las Américas”. El padre de uno de ellos, después de reconvenirle con el lógico detalle sobre las precauciones y peligros que, dada su corta edad, debería tener en cuenta al encontrarse tan lejos de casa, quiso añadir a su discurso una postrera recomendación:
-Y ahora, hijo mío, voy a darte un último consejo: Para ilustrarlo, y para que no se te olvide, súbete a esta mesa, ponte de espaldas y cuando yo te lo diga, déjate caer sin miedo, que yo te recogeré.
El inexperto muchacho, tal como le pedía su padre, se subió a la mesa, y, a su indicación, confiado, se dejó caer .El batacazo que recibió al chocar contra el suelo, hizo que, entre atónito y dolorido, dirigiese a su progenitor una mirada interrogante.
El padre, sin inmutarse, sentenció:
-Y este es, hijo mío, mi último consejo: “No te fíes ni de tu padre”.
Saludos cordiales
Tordon
La acción se desarrolla en el tiempo, no tan remoto, en el que los jóvenes abandonaban el hogar como emigrantes para “hacer las Américas”. El padre de uno de ellos, después de reconvenirle con el lógico detalle sobre las precauciones y peligros que, dada su corta edad, debería tener en cuenta al encontrarse tan lejos de casa, quiso añadir a su discurso una postrera recomendación:
-Y ahora, hijo mío, voy a darte un último consejo: Para ilustrarlo, y para que no se te olvide, súbete a esta mesa, ponte de espaldas y cuando yo te lo diga, déjate caer sin miedo, que yo te recogeré.
El inexperto muchacho, tal como le pedía su padre, se subió a la mesa, y, a su indicación, confiado, se dejó caer .El batacazo que recibió al chocar contra el suelo, hizo que, entre atónito y dolorido, dirigiese a su progenitor una mirada interrogante.
El padre, sin inmutarse, sentenció:
-Y este es, hijo mío, mi último consejo: “No te fíes ni de tu padre”.
Saludos cordiales
Tordon
PD: Desde que oí esta anécdota, (y habiendo coleccionado algún que otro moratón en el lomo), no creo en muchas cosas.
En los horóscopos, tampoco.
1 comentario:
ni de tu padre???..no se que decirte.
es la persona en la que mas confío yo, pero claro, es que mi padre es mucho padre!!!
de todas formas, si alguna vez me dice que me suba a la mesa y me deje caer de espaldas le diré que si, que lo hago, y lo haré, pero antes pondré un buen colchón en el suelo!!...je je je
salu2
Anomomius
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