Cuentan que Víctor Hugo, (en una época en la que estaba muy atareado), tenía verdadero interés en conocer cómo iban las ventas de su obra “Los miserables”. Escribió una carta a la editorial cuyo sucinto texto era: “?”
El editor, también muy ocupado, le devolvió la misiva con esta escueta contestación: “ ! ”
Y así, de idéntica manera,- “ ! ”-, tratando torpemente de plagiar a la Historia, contesté yo a las tiernas reflexiones que me había topado en un blog cercano, una manera espontánea de mostrar mi embeleso ante las ensoñadoras confidencias de una vecina, una irrupción conciliadora en su privado escenario virtual. Por cierto, un ciberespacio lleno de color en el que no faltan las citas precisas, las poesías sugerentes, e incluso la arena.
Pero mi signo de admiración,-¡ay!- no fue correspondido: Por toda contestación, haciendo notar los galones de su jerarquía, - tal vez economía ortográfica-, se limitó a utilizar un miserable y raquítico punto de despedida, un punto huérfano y solitario, un punto que yo interpreté claramente como “punto final”, un cero patatero capitidisminuído, un silencio administrativo, una sordina para aventureros, una elipsis de sentimientos, una calabaza computerizada, un mutis por el foro, un “no está la miel hecha para la boca del Tordon”…
Y así me encuentro ahora, triste, solo, desahuciado, carente de todo afecto, escoria informática, desecho virtual, piltrafa inmunda ,cadáver insepulto que convive con la angustia de sentir más próxima que nunca la llamada de su papelera de reciclaje…
Aunque, a decir verdad, ya albergaba yo mis sospechas de que la relación entre un inexperto grumete de submarino y una excelsa “Capitana de los Vientos”, era –cuestión de rango- un amor imposible…
El editor, también muy ocupado, le devolvió la misiva con esta escueta contestación: “ ! ”
Y así, de idéntica manera,- “ ! ”-, tratando torpemente de plagiar a la Historia, contesté yo a las tiernas reflexiones que me había topado en un blog cercano, una manera espontánea de mostrar mi embeleso ante las ensoñadoras confidencias de una vecina, una irrupción conciliadora en su privado escenario virtual. Por cierto, un ciberespacio lleno de color en el que no faltan las citas precisas, las poesías sugerentes, e incluso la arena.
Pero mi signo de admiración,-¡ay!- no fue correspondido: Por toda contestación, haciendo notar los galones de su jerarquía, - tal vez economía ortográfica-, se limitó a utilizar un miserable y raquítico punto de despedida, un punto huérfano y solitario, un punto que yo interpreté claramente como “punto final”, un cero patatero capitidisminuído, un silencio administrativo, una sordina para aventureros, una elipsis de sentimientos, una calabaza computerizada, un mutis por el foro, un “no está la miel hecha para la boca del Tordon”…
Y así me encuentro ahora, triste, solo, desahuciado, carente de todo afecto, escoria informática, desecho virtual, piltrafa inmunda ,cadáver insepulto que convive con la angustia de sentir más próxima que nunca la llamada de su papelera de reciclaje…
Aunque, a decir verdad, ya albergaba yo mis sospechas de que la relación entre un inexperto grumete de submarino y una excelsa “Capitana de los Vientos”, era –cuestión de rango- un amor imposible…
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