jueves, 25 de septiembre de 2008

Bajo mi propia sombra

Algunos libros- como las películas de suspense- obtienen su encanto en la inquietud que suscitan. Tal es el caso de "Shadows of the mind" que, -aunque escrito por Roger Penrose en 1994-, mi padre me colocó en la zapatilla de Reyes este mismo año.
Esta obra- debo recurrir al tópico- a medida que aporta conocimientos, incrementa el número de incertidumbres; indaga en las fronteras de la consciencia, el libre albedrío, los mecanismos neuronales, la estructura del pensamiento, las sensaciones no programables, la actividad cerebral, la comprensión, los modelos computacionales humanos, los límites en las normas clásico-cuánticas...y no se limita a enumerar hipótesis, sino a demostrarlas con contundentes y sofisticados razonamientos físico-matemáticos.
Personalmente, adoro a este chiflado de Oxford ( y a Tippler, Heisenberg, Turing, Godel, Dirac, Schrodinger...) porque me hace soñar y sufrir con precisión e ingenio; me incita al apasionamiento, me sumerge en indeterminaciones que, cuanto más claro me muestra, más confuso me tornan."Me enreda cuanto más me explica", ésa es la única verdad, y es ahí- en esa "confusión clarividente" -cuando consigue exprimir hasta la última gota de mi gozo.

Y en esas estoy, queridos amigos, "tranquilamente nervioso", "sosegadamente angustiado", "valerosamente timorato", tambaleándome en el trapecio de mis propias convicciones.

Estas obras me entusiasman, aunque más tarde- fatalmente- el hechizo se diluya en melancolía.Percibo, tras su lectura, un sentido de la existencia que recuerda a la solitaria vela en la noche: Exigua luz, poco calor y tal vez unas insignificantes gotas de cera tibia.

¿Quién nos permite admirar las estrellas, si sabe que nunca podremos cogerlas con la mano?


3 comentarios:

Pele Ón dijo...

Las estrellas son inalcanzables, pero iluminan el camino.
Aquello que no abarco lo amo igual

Tordon dijo...

Resulta mala la incertidumbre, pero quizá la realidad sea mucho peor.
Agradezco tu comentario, porque ilumina mi senda y me llena de esperanza.

Anónimo dijo...

quién dice que no podemos cogerlas con la mano??

algún hombre de poca fe.

tampoco había crisis y si la había....ja ja ja

salu2
Anomomius