viernes, 13 de junio de 2008

¡Luz, más luz!

Estimado Pepe:
Tras deleitarme con algunas reflexiones sobre la obra de Hölderlin, Zweig me proporciona ahora su impresión sobre las vidas de Kleist y de Nietzsche. (“La lucha contra el demonio”, Ed. Apolo ,1947). Busqué este libro infructuosamente en Oviedo y finalmente accedí a él por la denominada “vía don Pepe”, esa de libros de “segunda mano” que se encuentra en “www iberlibros”.
Cada vez que cae en mis manos un ejemplar de estas características, (usado), me invade un sentimiento respetuoso, casi reverencial, e intento imaginar la vida de su antiguo propietario: ¿A qué se dedicaría? ¿Sería joven cuando lo leyó? ¿Habrá muerto? ¿Le preocuparía -(como a mí)-, su contingencia y total extinción?, ¿Estaría enamorado?, ¿Viviría feliz? ¿Padecería alguna enfermedad? ¿Leería en la madrugada?…En este último supuesto, ambos seríamos pasajeros transitando en la noche por la misma vía, los mismos renglones, las mismas vivencias.
Contemplo la encuadernación y la oscura cubierta que, aunque ajada por el tiempo, aún conserva cierta tersura; y acaricio con delicadeza las páginas tostadas bajo el sol de sesenta años, sus hojas ásperas salpicadas de antiguas cicatrices, sus recuerdos de las batallas contra humedades pretéritas.
Su precio, en efecto, fue muy bajo, así como el tamaño de las letras, que para mi gusto (y agudeza visual) resultan en exceso diminutas, aunque supongo que este formato era el habitual en la época en la que se publicó (1947).
Y aquí me tienes, con mucho esfuerzo y una prótesis de dos dioptrías intentando escudriñar ansioso entre las vidas que me cuenta. Esfuerzo que a veces pienso si no repercutirá en la salud de mi vista. Quizá la fatiga de correr entre minúsculas y sinuosas palabras devenga en “vista cansada”; quizá mi amplitud de miras se vea cercenada por la neblina de la presbicia; tal vez, el intento de alcanzar la luz me deje cegarato, el abrir tanto los ojos me cierre la mente, la incontrolada avaricia de letras me condene,- justo castigo-, a la venta del cupón de la Once…
De ahí que,-en aras de la legibilidad y para obviar mi minusvalía - parafrasee a Goethe con el título de este correo.
Saludos cordiales
Tordon

4 comentarios:

Pele Ón dijo...

Los libros tienen una extraña personalidad. Y lo extraño es que la tienen, como el mar, como los árboles... Todo tiene conciencia, excepto las estupideces que fabricamos los humanos para solazar nuestro cuerpo. No así las cosas para solazar el espíritu, englobado bajo el térnino "arte". Todo aquello hecho con ánimo de exaltar la belleza, tiene también conciencia propia.
He tenido mucho tiempo, muchos años, libros en cajas en un trastero, y pensaba casi a diario en ellos, hasta que al final les he devuelto a la vida en estanterías que he encargado hacer de propio, y disfruto cuando mis ayudantes disponen de ellos y les dotan de nueva vida.

Anónimo dijo...

Te felicito por tu texto,es muy agradable de leer.
Me imagino que son los niveles de cortisol, que en los hombres tienen un pico de madrugada.
Ves como tu mente va adquiriendo "solera" (un poco como los buenos vinos)con la suma de muuuchos amaneceres.
Un abrazo.

Tordon dijo...

Lamento decepcionarla, mi querida woman. En la madrugada, más que de “cortisol” soy de “empanada”, y a esa hora todos mis picos son pardos. Y en cuanto a la edad, el vino y la solera, tiene Vd. razón: Con los años, mi silueta se aproxima al barril.
Por eso, cualquier atisbo de comprensión (y/o compasión), es de agradecer.
Y si viene de una “woman”, más.

Tordon dijo...

Estoy de acuerdo con Vd. Sr. Peleón :Solazar el espíritu,exaltar la belleza...
Nuestros sentidos son ingenuos como niños, no saben distinguir lo auténtico de lo falso,el engaño de la verdad.Sólo precisan ser alimentados,sea con verdades o con sueños.
Y los libros proporcionan una dulce embriaguez,una estimulante somnolencia.