lunes, 23 de junio de 2008

Buscando la luz (4)

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Repasando mis lecturas recientes, compruebo la disparidad de criterios, directrices, juicios y valoraciones a la hora de responder a esta cuestión. Cada iluminado traza su derrotero vital ( y creador), según un predeterminado “plan de ruta” Así, por ejemplo, Oscar Wilde tiene que decidir entre el camino del dandi y el del poeta, que proponía su admirado Baudelaire, y escoge inequívocamente el primero, y, presionado por la alternativa de “ser obra de arte” o “producir obra de arte” concluye sin ambages que “convertirse en una obra de arte es el objetivo de la vida”. Terriblemente imbuido por ese devastador impulso, exprime con fruición su vida con el deseo de llevar hasta sus últimas consecuencias la absurda radicalidad de Nietzsche que prefería un “monstruo ameno a un sentimental aburrido”
Pero, a diferencia de Wilde, el poeta alemán Rilke, no piensa que la vida tenga que convertirse en algo bello. Profundamente marcado por la actitud del escultor Rodin, considera que hay que sacrificarlo todo para cumplir con la sagrada tarea creativa:”La victoria del poeta rescata y redime al hombre del fracaso”. Comprende y disculpa a Hölderlin, capaz de seguir su vocación hasta la locura y añade a sus argumentos una opción “quietista”: Si su deber consiste en escuchar el mundo, el escritor tiene que proscribir cualquier tentativa de perfeccionarlo. En este sentido, estimado Pepe, y me gustaría conocer tu opinión al respecto, esta opción “antipedagógica” que el escritor secunda , es una condición necesaria, junto con la soledad, para alcanzar la absoluta belleza de una obra sin prejuicios y sin ningún intento de transformación del entorno. La obra exige, cual cruel contrapartida, la vida del artista, y esta trágica contradicción entre grandeza y felicidad llegaría a corroer las entrañas del que desea sacrificar su vida a la literatura.
En otro de los posibles enfoques, a la magnífica poeta rusa Tsvietaieva, esta oposición entre existencia y creación le parece inaceptable; rechaza privilegiar la existencia en detrimento de la creación, como hacia Rilke, o encumbrar una existencia bella por encima de la creación literaria, como hacia Wilde :”El verdadero escritor permanece a la escucha del mundo, no a la de los especialistas en literatura”.
Y en esta fusión de lo artístico con lo cotidiano, me alegra comprobar que Todorov, fiel seguidor de Zweig, declara que,- rebajando las elevadas exigencias de los seguidores del “impulso demoníaco” y dotándola de una relativa accesibilidad-, la escritura es un medio para descubrir el sentido de íntimas pulsiones, sin que “esta transfiguración esté reservada a los artistas profesionales, sino que puede operarse, sin manifestarse incluso al exterior, en la conciencia de cualquier persona”
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3 comentarios:

david santos dijo...

EURO 2008

ESPANHA Parabéns!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Tordon dijo...

¡Gracias, David!
Me hubiese gustado una final España-Portugal.¡Otra vez será!

Pele Ón dijo...

Cualquier cosa que se apodere completamente de una persona, es alienante: drogas, sectas, fascismo, sexo (como negativos) arte, belleza, amor, Dios (como positivos)...
Otra cosa es que, tras arreglar convenientemente tus asuntos mundanos, te retires a lo que sea (de los positivos, claro)