viernes, 20 de junio de 2008

Buscando la luz (1)

Estimado Pepe:
Agradezco que hagas tuyo ese compasivo enunciado de Descartes según el cual “no existe un hombre tan imperfecto que no se pueda sentir hacia él una perfecta amistad”. Me reconforta que alguien de tu categoría intelectual se tome la molestia no solo de escuchar mis pueriles preocupaciones, sino que incluso me proponga, en bellas palabras, distintas vías para clarificarlas.
Desde antiguo resulta bien conocida la organización de las necesidades humanas que,-con acertado símil geométrico-, describió Maslow y que clasificaba las mismas en necesidades del mantenimiento de la homeostasis -(fisiológica, de afiliación, seguridad, reconocimiento: “necesidades del déficit”)-,y las necesidades del ser (”being needs”) , reservando para estas últimas la zona más noble de su célebre pirámide. Y sin profundizar en tediosos aspectos de la psicología humanista que nos llevarían a enlazar incluso con la psicoterapia, he de reconocer, sin embargo que no conozco nada tan descorazonador como la tarea de introspección, la autoexégesis, la elaboración de procesos que conduzcan (y perdona mi deformación profesional), a un preciso diagnóstico que permita adoptar las medidas terapéuticas más adecuadas. A menudo, la fragilidad de las herramientas utilizadas para desmenuzar los asuntos en los que uno,-inevitablemente-, es juez y parte, impiden la elaboración de hipótesis sólidas sobre las que estructurar una norma inequívoca de conducta.
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2 comentarios:

Pele Ón dijo...

La solución es no ser demasiado exigente, tanto con uno mismo como con el prójimo, y agradecer a nuestros enemigos que resalten nuestros defectos, para que podamos verlos y solucionarlos.

Tordon dijo...

Como una vez escuché,la censura ajena siempre es útil: O enseña a conocer los propios defectos o te muestra los de los censores