jueves, 5 de junio de 2008

Nutrición malagueña

Ayer, sin hambre, me levanté con ganas de alimentar el espíritu: Alcazaba, Teatro Romano, Catedral, Museo de Picasso, Iglesia de Santiago, … En la Plaza de la Merced, en el monumento al General Torrijos, pude leer:
“Ante este ejemplo, ciudadanos, antes morir que consentir tiranos”
11 de diciembre de 1831
Y un suspiro liberal se deslizó entre las flores moradas de la jacarandá.
Más tarde, y por aquello de que no solo de espíritu vive el hombre, Manué, que además de leyes y de chicas guapas, entiende de bares, nos llevó a “El Caleño”, en Pedregalejo, y allí, al atardecer, aspirando un aire de mar y leña, dimos buena cuenta de espetos, calamaritos, boquerones y aceitunas aloreñas. Los artistas espeteros, en sus barcas llenas de arena, introducen media caña por el lomo del pez y la sacan por la tripa, con la espina hacia un lado, siempre a gran velocidad y sin destrozarlo. Aparte de buenas brasas, se necesitan sardinas frescas y de calidad, siendo las mejores las de los meses que no llevan “r”. (menor contenido graso)
Cuando me disponía a hincarles el tenedor y el cuchillo, el anfitrión me reprendió escandalizado: ¡Pero buen hombre, esto se come con los dedos!

Y sí, tenía razón: Han pasado dos días y aun continúo chupándomelos…

2 comentarios:

Pele Ón dijo...

Alimentos fuertemente cargados de energía, de la que reconforta el espíritu.
Y además, se puede comer incluso sin dientes, conste.

Tordon dijo...

Mi vida llena de amarguras me abre a diario el apetito