sábado, 26 de noviembre de 2011

Las "torcidas" y las garotas brasileñas

Decíamos ayer…
En los comienzos del fútbol brasileño, este deporte era practicado por individuos rudos y fornidos que en muchas ocasiones trabajaban en la industria del caucho. Y era tal la agresividad que empleaban esos brutos de calzón corto, que las muchachas que los contemplaban desde la grada tenían durante todo el partido el alma en un puño. Estas pobres mujeres sufrían un montón, de manera especial cuando sus adorados novios eran objeto de entradas escalofriantes. No es de extrañar, pues, que la figura de estas primigenias “seguidoras-sufridoras” esté estrechamente vinculada a los pañuelos que durante el encuentro apretaban con crispación entre sus manos temblorosas. Estas “torcedoras de pañuelos” fueron conocidas popularmente como las “torcidas” y desde entonces dan nombre al variopinto grupo de aficionados que apoya incondicionalmente a cualquier equipo brasileiro.
Pero no todo en la vida es frivolidad y, siendo yo un hombre preocupado por los temas trascendentes, también acudí a Brasil con la secreta intención de comprobar si las señoritas aborígenes de ese país son tan esculturales como nos cuentan las crónicas de los primeros conquistadores portugueses (y las revistas de mi gimnasio). Como veis, los acontecimientos históricos también ocuparon un lugar importante en mi inquieto cerebro vacacional.
El primer contacto resultó ligeramente decepcionante, ya que, aunque recordaba que algunos conocidos me habían hablado de “marcadas caderas”, nunca pensé que lo fueran tanto:


De todas formas, siendo yo un hombre sin doblez, que rezuma bondad e incapaz de mentir, respondí apasionadamente a sus besos con la sinceridad que me caracteriza:
Pero me sobrepuse de inmediato, ya que el llanto no es propio de las almas grandes e – inasequible al desaliento- me dije lo que el perro al hueso,” si tú estás duro, yo tengo tiempo”, y busqué y rebusqué hasta dar con aquello que mi imaginario infantil siempre había identificado con la típica “mulata brasileña”.
Y aunque en la instantánea pueda parecer lo contrario, mi sonrisa no es de felicidad, sino más bien nerviosa.
Lo cual no tiene nada de particular, considerando el lugar donde esas muchachas tienen apoyadas sus rodillas.
¡Quiero volver a Brasiiiiiiiiiiiiiilllll…!




¡Uys, perdone señora Tordon, no la había visto…! ¡Pero bien sabe usted que yo me refiero al fútbol, a la “torcida”, a los conquistadores, a…!
¡No, con el rodillo noooooooooooo….!

8 comentarios:

silvo dijo...

Jajja, si es que esculturales, las primeras están un montó, me lo ha dicho Botero jeje, la señora Tordon ¿te va a estropear lo único que funciona desde que regresaste? jaj, salu2

Anónimo dijo...

Estimado Tordon:

Gracias por la gorra quee me trajo de Brasil como recuerdo....pero para otra vez traígame una de las mujeres esculturales que se encuentre!! ...jajajajaja

Salu2
Anomomius

Pele Ón dijo...

La importación y exportación es una buena alternativa ante la crisis, y el producto, las mulatas, es un invento de origen hispano, y tienen buena aceptación en la Madre Patria. Pero mire a ver si me las encuentra más pequeñas, que cabrán más en el submarino y no serán tan caras.
Los camarotes de oficiales sin embargo, son espaciosos, no habría problema en compartir pasaje con alguna de las que no quepan en la sentina.
Lo del rodillo no es fácil, habrá que traer algún mulato también, pero por si acaso, recuerde ponerse el casco bien calado.

Tordon dijo...

La señora Tordon, estimado Silvo, dice que le gustan los niños y que come de todo.
¡Una santa, se lo garantizo!
Salu2

Tordon dijo...

Ya lo intenté, estimado Momius, pero no me entraban en la maleta...
Salu2

Tordon dijo...

Ahora que lo dice, estimado Peleón, podríamos usarlas de periscopio humano.
Y también para la fiesta fin de curso del submarino.
¿Usted cree que se prestarían gustosas para esos-entre otros - menesteres?
Salu2

Ana H.H. dijo...

¡Ja, ja, ja!

Sí, Ironman tuvo más o menos la misma reacción cuando llegamos allí... encima yo estaba embarazadísima.

Pero esta mulatonas no son las población aborigen del lugar, como usted ya sabe, fueron importadas sin su consentimiento... mientras las aborígenes fueron diezmadas, también sin su consentimiento.

Beijinhos

Tordon dijo...

Lo sé, lo sé, mi docta Conguito, y la esclavitud dejó- aparte de muchos sufrimientos- historias entrañables.Algún día contaré alguna.
Besote y salu2 al hombre de hierro.