sábado, 15 de octubre de 2011

¿ ENVEJECEN LOS BLOGS ?

Tal vez sea la disminución de la luz que acompaña a la llegada del otoño; tal vez sea la prolongación inevitable del síndrome de depresión postvacacional (Ya sabéis que tras el verano el único que se alegra de la vuelta al trabajo es el ginecólogo de la Sharapova); tal vez sea la declaración trimestral de Hacienda…
Sea como fuere, lo cierto es que me siento invadido por oscuros pensamientos trufados de tristeza, por aciagas reflexiones repletas de nostalgia. Y me reconcome la melancolía, me azuza el abatimiento, me martiriza el desánimo. Y en ese ámbito de intenso desconsuelo me ha dado por preguntarme una y otra vez: ¿Envejecen los blogs?
Porque cuando repaso la lista de blogs favoritos del submarino me impresiona la muda desolación de los que poco a poco han sido engullidos por la vorágine del ciberespacio: Mamá-rin, la princesa de las nieves, se escurrió a través de su “Mirilla” hace dos años. Lo mismo le ocurrió a Miss Perseidas, que en aquel tiempo andaba buscando casa. ¿La habrá encontrado?; Hace un año, Ovetdao se ensimismó entre las diversas teorías de la observación y desde entonces nada hemos sabido de ella. Lo mismo aconteció con la bella Bruni, que se petrificó en una foto de los teleñecos; Kent se trasladó de barrio sin dejar dirección conocida; Lunática nos abandonó también, aunque, eso sí, avisándonos primero de que en Asia todo estaba tranquilo; Alicia se durmió bajo el arrullo de sus palabras sorprendidas; La Luna quedó sepultada con los ositos bajo una copiosa nevada; El reflexivo Cuanmarce desapareció hace ocho largos meses y el intrépido Buscador de Milhadas ni está ni se le espera desde entonces. Algunos de los habituales, más que “Lagunas en el diario”, yo creo que tienen océanos. ¡Mecachis! De Sandra nada sabemos, y “Noite de luna” hace seis meses que no dice ni pío .Nuestra psicóloga de cabecera, la doctora Laura, nos abandonó por la jet-set, con la que seguro que tiene más trabajo. Conguito, sin embargo, se despidió como mandan los cánones:”Con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho”. La Cactusa, en una pirueta misteriosa, nos dejó pendientes de un hilo sin que llegásemos a saber si la cabra finalmente se despeñó o no por la ladera.
Pero "cuando hables de las minusvalías ajenas no te olvides de mencionar las propias" y así , mis "200" entradas del 2008, quedaron reducidas a "93" en 2009 y a"50" en 2010, para jibarizarse definitivamente en las escuálidas "23" del año en curso.
Por eso me pregunto de nuevo: ¿Envejecen los blogs?
Dicen los entendidos que el equivalente humano de la edad de un perro resulta de calcular un año como si fueran 15 . En el blog, en el que todo se sobredimensiona (se “maximiza” que dirían los horteras), pienso que razonablemente se podrían multiplicar las cifras por dos.
Y considerando que el submarinobajoelgrifo hace ya cuatro años que inició su singladura, ¿debería yo pensar que mi blog ha cumplido ya más de 120 años? ¿No estaré un poco mayor para estos menesteres? Y aunque el ejemplo de doña Cayetana me reconforta, ¿no estaré yo alargándome más de lo necesario? ¿De tanto tensar el arco no acabaré rompiéndolo?¿Estaré ciberespacialmente muerto? ¿Seré yo -sin saberlo- un alma en pena que recorre el espacio virtual? ¿Seré yo un poco fantasma? (A esta última pregunta no contestéis, so listos)
En fin, que todo tiene principio y final, y resulta más que evidente que los blogs -querámoslo o no- envejecen.
Y lo que es peor, los blogueros también.
Y esto último me provoca un momento de gran excitación sexual , porque me jode, me jode y me jode.




Bueno, seamos positivos y pensemos, que- al igual que lo mío con la Jolie-, fue bonito mientras duró.

viernes, 7 de octubre de 2011

¡RECLAMO MI PREMIO NÓBEL!

Estos últimos tiempos han sido testigos de un vigoroso manantial de novedades científicas y tecnológicas. Los neutrinos parecen desafiar las leyes de la física einsteniana al viajar más rápidos que la luz, y el Nobel de Física ha recaído en unos esforzados doctores que han logrado demostrar empíricamente que las galaxias se alejan cada vez más deprisa de nuestro mundo y que –en consecuencia- el futuro nos deparará un ambiente impregnado de soledad y frío.
Imbuido en este ambiente tan excitante, este humilde grumete de submarino que suscribe, ha logrado- casi sin querer- un importante hallazgo que constituirá un hito en el mundo de la antropología.
Y lo he logrado de una manera muy simple, accidentalmente, a tontas y a locas, de rebote, tal y como suele suceder con todos los logros importantes de la humanidad.
Estaba yo arrellanado en el sofá de mi casa durante la sobremesa escuchando el ronroneo de las noticias del día. En un momento de lucidez, abrí uno de los ojos y comprendí que aquello por lo que tanto se habían devanado los sesos ilustres doctores de siglos pasados estaba ante mis ojos, nítido, convincente, irrefutable, y que desde ahora nada sería igual en esa compleja disciplina que estudia las etapas evolutivas del hombre, esas intrincadas teorías sobre las que tan sabiamente había especulado Darwin hace muchos años.
¡Por fin mis esfuerzos en el campo de la ciencia serán debidamente reconocidos y recompensados! ¡Por fin mi mente prodigiosa y analítica ha dado con esa entelequia escurridiza -y hasta ahora indemostrable- denominada “el eslabón perdido”!
¿No me creéis? Juzgad vosotros mismos:



Y es que no me parece mal que esta señora apure hasta lo inimaginable sus deseos de vivir, que no renuncie al amor a pesar de su provecta edad, o que, en definitiva, haga de su aristocrática capa un sayo populista. Es maravilloso y reconfortante que lo haga, pero lo que me parece patético es que nos lo cuente.


O peor aún, que nos lo cante y nos lo baile.


¿Qué virtudes de esta mujer habrán enamorado al funcionario Alfonso? Porque resulta notorio que la belleza y la agilidad en la danza flamenca no han sido. Tal vez –secretamente- este caballero es un apasionado de la arqueología y no ha sido capaz de resistirse ante reliquia tan primorosa.


Aunque, a fin de cuentas, nuestro compromiso moral nos obliga a creer que el motivo de su fogoso arrebato ha sido la irresistible belleza interior que esta noble señora atesora.


¡Ya me gustaría a mí mismo ser poseedor de tan seductora belleza para poder transportarla hacia mi interior!


Más concretamente hacia el interior de mi chaqueta, cerca del corazón, al lado de la cartera.


PD: He tenido que instaurar la moderación de comentarios, no sea que a la aludida le de por enviarme una misiva acordándose de todos mis muertos.


O peor aún, que se le antoje invitarme a bailar...

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