La rutina es una cadena lo suficientemente delgada como para apenas apreciarla, pero puede llegar a transformarse en algo demasiado fuerte como para romperla. Quizá el cambio de aires es el único medio que nos permite mantenernos vivos, rejuvenecer y cambiar sibilinamente la ubicación de las piedras sobre las que una y otra vez nos empeñamos en tropezar.
Alejarse del hogar es una manera incruenta de reafirmar o desechar los prejuicios, confirmar los tópicos o abjurar de los principios culturales que inconscientemente adherimos a nuestra piel, esa rémora tan inevitable como la herrumbre incrustada en la hoja de acero.
Por otro lado, resulta bien conocido que nada hay más destructivo que la duda irresoluta, la vacilación confusa, la fluctuación intelectual, aunque mi primo Aristóteles –un poco optimista- llegara a dignificarla como fuente de sabiduría.
Y he de reconocer que desde hace tiempo un insoportable interrogante pulula por mi mente, me hierve en la sangre, hormiguea en mis neuronas, me carcome las entrañas de forma obsesiva:
¿Será cierto- como aseguran- que en Brasil solo existen futbolistas musculosos y mulatas más.culosas?
Y como mala cosa es tener un lobo cogido por las orejas, -pues no sabes cómo soltarlo ni cómo continuar aguantándolo-, me decidí a dar el gran salto oceánico. E impelido por la lejana robinsonada de nuestros conquistadores extremeños me animé a emprender esta osada aventura hacia el conocimiento, esa ardua tarea a la que acudí pertrechado por la ilusión de la certeza en carne propia.
Y aunque no alcanzara a disipar mis incertidumbres, poco habría de perder, ya que-como advertía Cervantes - no hay viaje malo, excepto el que conduce a la horca.
Y si bien es cierto que la mayor parte de las veces la imaginación sirve para viajar y cuesta menos, estando yo escaso de euros y fantasía, no he podido resistirme a la oferta que podéis ver en la foto, una ganga dirigida especialmente a “funcionarios de submarino”, a argonautas como el que suscribe.
¿Será cierto- como aseguran- que en Brasil solo existen futbolistas musculosos y mulatas más.culosas?
Y como mala cosa es tener un lobo cogido por las orejas, -pues no sabes cómo soltarlo ni cómo continuar aguantándolo-, me decidí a dar el gran salto oceánico. E impelido por la lejana robinsonada de nuestros conquistadores extremeños me animé a emprender esta osada aventura hacia el conocimiento, esa ardua tarea a la que acudí pertrechado por la ilusión de la certeza en carne propia.
Y aunque no alcanzara a disipar mis incertidumbres, poco habría de perder, ya que-como advertía Cervantes - no hay viaje malo, excepto el que conduce a la horca.
Y si bien es cierto que la mayor parte de las veces la imaginación sirve para viajar y cuesta menos, estando yo escaso de euros y fantasía, no he podido resistirme a la oferta que podéis ver en la foto, una ganga dirigida especialmente a “funcionarios de submarino”, a argonautas como el que suscribe.
Pero el resultado de mis pesquisas os lo contaré otro día, so impacientes, que hoy tengo la mente abotargada por el jet-lag y las caipiriñas.
4 comentarios:
caipiriñas ¿eh? buena resaca, marinero
¡Vaya susto nos había dado descabezando el submarino! Ya me hacía yo sin periscopio una buena temporada, porque pararme, ni hablar. Precisamente y como próximamente verá en mi patio, voy tras Utopía, casi la tengo ya.
Un abraço
Imposible resistirse a ese descuento.
Besos
¿Fútbol y mulatas?... Tú no quieres ir a Brasil. Tú quieres ir al paraisoooo!!!
;-)
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