Mientras mi señora se perdía en el departamento de verduras, yo, sin nada mejor que hacer, deambulaba despistado por los pasillos del centro comercial. Algo llamó mi atención:
Bonito grande rajas: 12.90
Bonito morros: 7.90
Bonito pestañas: 4.90
Esto es lo que leí, casi sin querer, en los llamativos carteles del puesto de pescadería del Alimerka de Ribadesella. Debajo del precio de venta en euros, se detallaba la zona de captura (Atlántico Noreste), el calibre (superior a 4 kilos), la fecha que garantizaba la frescura del espécimen y el nombre científico: Thunnus Alalunga .
Por aquello de buscar una buena historia o simplemente por matar el tiempo, intenté recabar más información sobre la mercancía, y aprovechando que no había ningún cliente esperando, me dirigí a una lozana pescadera, - aspecto caucásico, generoso escote y delantal impoluto-, para preguntarle sobre las distintas modalidades túnidas:
-Perdone mi ignorancia pero… ¿qué son los morros?
Ella, con una amplia sonrisa, sin decir palabra, señaló con el índice una zona entre sus blancos dientes.
Sin estar muy seguro de haber comprendido su descripción, añadí un poco confuso:
-Ah… ya… ¿Y las pestañas?-
Tras una veloz intermitencia de sus preciosos ojos azules, me explicó que eso eran los pelillos que cubrían, a modo de visera, la parte más anterior de su párpado superior.
-Gracias, pero creo que esta noche cenaré chuletón de ternera -contesté mientras retrocedía sonrojado hacia la estantería de las galletas.
Bonito grande rajas: 12.90
Bonito morros: 7.90
Bonito pestañas: 4.90
Esto es lo que leí, casi sin querer, en los llamativos carteles del puesto de pescadería del Alimerka de Ribadesella. Debajo del precio de venta en euros, se detallaba la zona de captura (Atlántico Noreste), el calibre (superior a 4 kilos), la fecha que garantizaba la frescura del espécimen y el nombre científico: Thunnus Alalunga .
Por aquello de buscar una buena historia o simplemente por matar el tiempo, intenté recabar más información sobre la mercancía, y aprovechando que no había ningún cliente esperando, me dirigí a una lozana pescadera, - aspecto caucásico, generoso escote y delantal impoluto-, para preguntarle sobre las distintas modalidades túnidas:
-Perdone mi ignorancia pero… ¿qué son los morros?
Ella, con una amplia sonrisa, sin decir palabra, señaló con el índice una zona entre sus blancos dientes.
Sin estar muy seguro de haber comprendido su descripción, añadí un poco confuso:
-Ah… ya… ¿Y las pestañas?-
Tras una veloz intermitencia de sus preciosos ojos azules, me explicó que eso eran los pelillos que cubrían, a modo de visera, la parte más anterior de su párpado superior.
-Gracias, pero creo que esta noche cenaré chuletón de ternera -contesté mientras retrocedía sonrojado hacia la estantería de las galletas.
6 comentarios:
¿Y no le preguntaste nada del búlgaro?
jajjaja no te quejes que te lo explicó a la perfección, si hubieras seguido preguntando hubieras conocido al animal entero jajaja. Saludos
Seguro que la guapa pescadera le hablaba del pescado? jajajjaj saludos
Menos mal que el bonito no tiene pechuga. ¿Por que no tiene, verdad? Es que como tampoco sabía que tuviera pestñas...
Tu comentario, Peleón, me recuerda aquello del anuncio:
"Nativa enseña el búlgaro"
Fuí, y ¡era un idioma, tio!...
Queridos Silvo, Anónimo y Velda:
Lo que queda claro, es que la vida te da sorpresas...incluso en las pescaderías.
Y mira que me habían avisado hace tiempo: No sabéis ni el lugar, ni el día ni la hora...
Publicar un comentario