domingo, 23 de agosto de 2009

Trajes en Valencia

La noticia del trasplante alegró la mía: Caras angustiadas, risueñas, hoscas, de Jolie o de gorila amaestrado; Rostros impávidos, seductores, obtusos o tiernos; Expresiones de jugador de póker, facies leoninas, papos de “Netol” o “papadas –Michelin”. Rostros de cordero degollado, de enamorado -valga la redundancia- , de odio, de ternura, de compasión; Jetas inertes, perfiles de cartón-piedra, versus fisonomías repletas de expresividad.
Y observo que algún célebre cirujano se muestra en sus ruedas de prensa con el putapénico aspecto de un hippie venido a más.
Y que aunque el citado gurú haya comprendido que la cara es el espejo del alma, se olvida que el hábito puede distraer del monje.

Y que cuando consigues una historia verdaderamente buena, la prudente discreción limita el riesgo de que el auditorio solo se fije en tu traje.


PD: Los medios justifican la indumentaria colorista aludiendo al amor que el cirujano siente por África. Vana excusa: Yo nunca daría una conferencia embutido en la camiseta del Real Oviedo.

Y es que,-incluso en este submarino, aunque haga calor-, la tolerancia de lo políticamente correcto tiene un límite.

14 comentarios:

Daniel dijo...

La verdad, yo creo que cuando alguien llega a tales niveles de excelencia en su trabajo, la camiseta que se ponga no es algo ni anecdótico.

Fiebre dijo...

Tordon, por primera vez disiento contigo.
Desgraciadamente, el nivel de lo políticamente correcto, me pesaba a mi también las primeras veces que vi en TV a Jesús Cavadas.

Hasta que leí una entrevista en profundidad con el susodicho en una revista mensual:
Y ante su desprecio por lo superfluo y por sus ´congéneres de estética´( muy diplomáticamente explicado por su parte y sin desmerecer a nadie) aunque estarás conmigo y con él, en que ´colocar apéndices mamarios´ a niñas de 16, es cuanto menos, una manera fácil de conseguir el chalet en la Moraleja.
Ante su humanidad manifiesta, (y ya no hablo de su tema Africano y sus centenares de operaciones gratuitas in- situ porque sí en sus vacaciones, en las que implica a todo médico que pilla por banda), sino en términos generales...

Ante la explicación de la ausencia de la bata blanca que fue: Los enfermos ya saben que lo están, no hace falta que les recuerde que soy "doctor".

Y más cosas que serían un aburrimiento de explicar aquí, ya te he robado demasiado espacio.

Resumiendo: Me dije... ¡ por mí como si te quieres poner un traje de Lagarterana!

Nebroa dijo...

Yo también disiento amigo Tordon, y ya me jode ya, porque creía que éramos almas gemelas :p
No sé qué derivó de esa camisa, no sé lo que han dicho, sólo sé que cuando lo vi pensé, olé sus huevos. Porque francamente este tipo, con lo que hace, dice y seguramente piensa, puede ir como le de la gana.
A quién le hace daño que lleve esa camisa?
Nada, que no, que no me convences!

silvo dijo...

Ha decidido cambiar de vida, no hacer cirujía estética,se ha desecho de no se queé cochazo, ha fundado una ONG que opera en Äfrica, es un hombre nuevo, el hábito no hace al monje amigo Tordó, saludos espero que haya vuelto de las vacances

N. Matsuda dijo...

Pues a mi me encanta ese traje. Por mi que se ponga lo que quiera.

Livy dijo...

Señor Tordon, si tuviesen que hacerme un transplante de cara, sin dudarlo me pondría en manos de el Dr Cavadas, y le aseguro que me daría igual cómo vista o no.

Aveces el hábito puede distraer y llevar a equívocos, cierto, muchas veces vemos a mediocres enfundados en trajes de Armani, pero su presencia estética nos lleva a pensar que son unos profesionales en la materia, craso error, ya ve, en algo estoy de acuerdo, la vestimenta nos puede llevar a equivóco.
Un beso amigo.

Pele Ón dijo...

A mí también me dicen cosas así a veces. Nos viene bien para no pasarnos.
También debo respetar a ambos eminentes profesionales. A Vd. y al disfrazado. Dejo la cosa en tablas.
Veo que ya ha aterrizado. Bienvenido

Velda Rae dijo...

Me sumo a las voces políticamente incorrectas. Por mí, como si va vestido de lagarterana, la verdad. Aunque si llevara bermudas y chanclas seguramente despotricaría un poco, pero eso sólo es una manía personal.

Tordon dijo...

Estimado Daniel:
Nadie discute la proeza técnica de nuestro eximio doctor; y no solo no se discute, sino que se celebra sinceramente.
Sin embargo, mi entrada no versa sobre los indudables valores contenidos en una laboriosa intervención maxilo-facial, sino que precisamente versa sobre lo anecdótico, es decir, sobre eso que usted tangencialmente señala como “el color de la camiseta”
Y coincidirá usted conmigo que los aspectos estéticos de una “puesta en escena” permiten opiniones subjetivas que dependen en gran medida del espectador que la contempla. (Concepto por el que algunos consigamos pareja).
No me gustan los cirujanos envueltos en una túnica fucsia cuando hablan de un asunto profesional en un ámbito público.
Eso es todo.
Reciba saludos cordiales

Tordon dijo...

Mi estimada Fiebredelamorhermoso:
Es un placer que la discrepancia (así como lo espero de nuestro afecto) sea mutua.
Sus argumentos son benevolentes y compasivos, tal y como cabría esperarse de su buen corazón.
A pesar de todo, permítame que le amplíe mi punto de vista.
Nada tendría yo en contra, por ejemplo, contra un general apasionado por el estudio de la cultura hawaiana. Sin embargo, no espero que me largue una rueda de prensa (sobre asuntos de Defensa) enfundado en unas bermudas y una camisa floreada. También sería respetuoso como las convicciones religiosas de un magistrado, pero me desagradaría sobremanera escuchar sus explicaciones sobre asuntos jurídicos observando un crucifijo en su mano derecha y un hisopo de agua bendita en su izquierda.
Porque de lo que yo me permito opinar no es una cuestión de fondo, sino de forma, una cuestión de “puesta en escena”.
Me desagrada sobremanera la ostentación de atributos privados en el ámbito público, la envoltura “folclórica” de las propias convicciones, la falta de discreción en el manejo de asuntos ajenos al motivo de la comparecencia pública. Para mí, eso no constituye un acto de valentía, sino de un exhibicionismo más propio del papel couché que del ámbito científico.
Nadie pone en duda -¡faltaría más!- la libertad para adornarse en el entorno privado con las opciones estéticas de la indumentaria con la que cada cual se identifique. Y mucho menos el indudable valor de una actividad humanitaria. Al contrario, pienso que muchos millonarios deberían tomar nota y dedicar su tiempo de ocio a los más desfavorecidos.
Pero soy partidario de que lo hagan sin estridencias. El problema no es cuando alguien “encuentra la luz”, sino el momento en el que decide demostrar a los demás que la ha encontrado.
Siempre me ha resultado sospechosa- cuando no esnob- la parafernalia de la que algunos hacen gala para demostrar que se hayan por encima de las normas convencionales de “la plebe”.
Nunca me acostumbraré a la contemplación de “jueces-estrella”, “periodistas-estrella”, ni “cirujanos-estrella”. En esto suele ocurrir como con esos individuos “pasados de copas”: Si son ricos y famosos, se habla de de “glamurosos y risueños transgresores” y si son pobres y anónimos, de “asquerosos borrachos”.
No me gustan las personas a las que les encanta “dar la nota”, esas que creen que efectivamente “el hábito hace al monje” , esas poses que enmascaran (en la mayoría de los casos) una manifiesta confusión interior, esas fatuas exhibiciones tan alejadas de los espíritus verdaderamente libres, de esa libertad introspectiva que no necesita reivindicarse con ningún tipo de aderezo especial y que es humilde a la vez que discreta.
Todo esto referido, claro está, a comparecencias públicas y/o institucionales. Porque cuando se desciende del estrado público, es cuando resulta más comprensible que cada uno pueda hacer – nunca mejor dicho- de su camisa un sayo.

En otro orden de cosas, estimada Fiebre, espero que su pie se encuentre perfectamente rehabilitado y presto para que su dueña se digne concederme el honor de ese anhelado tango con el que todo mi ser sueña en las calurosas noches del estío.

Besinos y abracinos
Tordon

PD: Por cierto, la persona que amablemente me cede la conexión a Internet, piensa igual que usted.

Bueno, nadar contracorriente también tiene un cierto morbo.

Tordon dijo...

Mi estimada Nebraska:
Nada me digusta más que haber decepcionado sus expectativas sobre la posibilidad de que nuestra almas fueran homocigóticas.
Pero soy de los que pinesan que la variedad e planteamientos y la discrepancia sosegada son los frascos que pueden albergar las esencias de un amor verdadero (si es que tal cosa existiera).
Le reitero -como a los anteriores comentaristas -que mis críticas se refieren al componente estético de una comparecencia pública , no a las cualidades técnicas, profesionales ni humanas de un determinado individuo.
Y que- personalmente- , creo que esa blusa fucsia y esa pulsera de espejos multicolores lucirían mucho más sobre sus demostrados encantos naturales.
Aunque supongo que sobre mi última afirmación, también habrá gente que discrepe.

Besos

Tordon dijo...

No, Silvo, continuo de vacaciones, aunque les echo de menos mucho a todos ustedes .
Y es lo malo de no hacer nada: El diablo mata moscas (y Cavadas) con el rabo.
Espero volver pronto al patio de vecinas bloguero.
Mientras tanto, reciba un cordial saludo.

Mery Jane dijo...

Estimado amigo Tordon, sólo añado que ojalá todos los cirujanos fuesen tan intrépidos, solidarios y humanos como el Dr. Cavadas.
Seguro que es la típica persona con la que todos querrían trabajar, al menos aparentemente.

¿Tú currando con la camiseta del Oviedo?
Sería molón... ;)

Miss Perseidas en continuo desvarío dijo...

Tordon, esta vez no.... no compartimos la misma opinión.

No sólo es un cirujano cojonudo, es que es un tío de puta madre, yo no lo juzgaría por su aspecto, vendio el porche y da mucho de lo que tiene a los más necesitados, para mi, es más ejemplar que hortera, auqnue a mi me da alegría verle vestido así, o es que hay prototipos???

Este hombre, antes de hacerse 'famoso' le salvó las manos a una persona que conozco, y revisó y supervisó el dedito del nene de mi amiga, al que yo, sin querer y con todo el dolor de mi corazón, le espachurré con la puerta de la calle, experiencia que no le deseo a nadie.

Qué más da cómo se vista???