Posturología masculina

Justo cuando ya tenía preparada para hoy una seria y primorosa entrada en el blog sobre el pensamiento filosófico de Jhon Locke, padre del liberalismo, me topo en el espacio virtual del Porquero (“desde la catacumba”) con esta trufa-perla:

"UTOPIA FEMINISTA: CONSEGUIR QUE EL HOMBRE ORINE SENTADO"

Y yo, como movido por un resorte, influenciable por naturaleza, he decidido cambiar a última hora el “empirismo analítico” del pensador inglés por los recuerdos de mi último viaje a Marruecos.
Ya me lo advertía mi madre: Tordon, ten cuidado con las compañías…
En fin, a lo que iba.
Muchas cosas interesantes descubrí en mi travesía del desierto. Algunas, ya os las conté . Pero mi inquietud de viajero no acepta límites, y así, ansioso por exprimir a la cultura foránea hasta el último de sus secretos, observando detenidamente las sobrias chilabas bereberes de una sola pieza y su ausencia de aberturas, me atreví a preguntar: ¿Cómo demonios se las arreglan estos tipos para evacuar “aguas menores”?
Luigi, compañero de expedición, con la sabiduría que le proporcionan los 30 viajes previos a la zona, me sonrió con suficiencia:

-La cosa es muy sencilla. Se agachan como las mujeres y se bajan el pantalón sin levantarse la chilaba, y esto, además de privacidad, les proporciona una ayuda inestimable cuando el viento racheado de las dunas hace dificultoso el complejo cálculo de las trayectorias.

Al día siguiente llegamos a la laguna seca de Iriki. Un vasto paisaje inanimado en el que detuvimos el Land-Rover para descansar y tomar unas fotos. Nuestro guía y conductor, Daúd, se alejó discretamente del grupo y, mirando a la Meca se arrodilló en la arena para realizar sus oraciones. En aquel paisaje silencioso, minimalista y salado, su silueta recortada sobre el horizonte me produjo una gran impresión. Por eso, cuando al cabo de unos minutos volvió a reunirse con nosotros, no pude por menos que manifestarle mi admiración por su fe militante, por el mantenimiento de sus tradiciones religiosas, por su sentida manifestación devota en medio de aquella soledad inhóspita.
Él, sin mirarme, me contestó un poco huidizo:

-“Oui…oui…”

Tuve la sensación de que le resultaba molesto mi comentario, tal vez consideraba que las referencias a la religión por parte de un descreído europeo violaban las más elementales normas de discreción exigidas ante costumbres foráneas, quizá pensaba que mi impertinente elogio era una intromisión en sus sentimientos más íntimos.…

Unas miradas de reojo a las humedades que aparecían en su improvisado oratorio , me aclararon todas las dudas.

Como puede comprobar, estimado Porquero, las chicas del Magreb ya han ganado esta batalla. Pero estoy seguro de que -entre la arena- encontrarán nuevas reivindicaciones.

.

Foto: Nuestro guía Daúd haciendo un "kit-kat" en el sagrado oasis de Abd-er-Rahmane

.