Esta mañana, en el trabajo, al interrogar a una señora con el rutinario “¿qué tal las vacaciones?”, me contestó:
- Ha sido el peor verano de mi vida: Mi hijo, de 24 años, falleció el 1 de Julio en un accidente de ala delta.
- Ha sido el peor verano de mi vida: Mi hijo, de 24 años, falleció el 1 de Julio en un accidente de ala delta.
Antes de comer, leí que los jóvenes aguiluchos se alejan de su territorio natal y emprenden la aventura de una vida independiente, aunque, al principio, los hermanos permanecen unidos; la mayoría de ellos no alcanzará el año de edad y sólo uno de cada cuatro llegará a la madurez.
Más tarde, al observar a mis hijos - que parecían comerse el mundo con el postre-, sentí en la espalda un intenso escalofrío.
25 comentarios:
¡Puf! Esa es la peor pesadilla de un padre: sobrevivir a nuestros hijos. Esperemos no tener que pasar por eso.
Saludos
Uff, algo tremendo, creo que lo más duro que le puede pasar a unos padres.
Me ha dejado un desasosiego enorme esta entrada.
Un abrazo!
Da vértigo saber que alguien depende de tí y que, paradójicamente, no puedes hacer mucho más por ellos cuando llegan a según qué edades.
No depende de tí que a tu hijo, el día de mañana, le dé por subir en ala delta o tirarse en paracaídas.
Un beso, Sr. Tordon y paciencia con la crianza.
Es muy fuerte Tordon, da pesar soalemnte pensarlo, salu2
¡Ojalá todos muriéramos de esa manera!. Su corta vida de joven habrá sido intensa y feliz, igual que su muerte. ¿Cómo será nuestra muerte de ancianos?. Yo quiero morir así, intensamente feliz!
Son uno de esos momentos en que uno se siente tan, pero tan impotente...no hay palabra alguna que pueda dar algun consuelo.
Sr Tordon. Ha aprendido usted una lección.
Mire a sus retoños, sonría y no se ponga tanto las gafas para que no le vean el alma.
Tiene mucho por lo que sonreir.
(Qué fácil es predicar...hágame ud el caso imprescindible)
Y para no perder las buenas costumbres, un beso extremadamente cálido de Fiebreflú, más fiebrosa que nunca en estos días.
Las estadísticas de los aguiluchos bien podrían corresponderse con algún país africano.
Nosotros y nuestros hijos partimos desde un lugar privilegiado la aventura de vivir, que ya de por sí, entraña riesgos y preocupaciones.
Es lo que hay. No le demos muchas vueltas y disfrutemos mientras podamos.
¡¡Puff!! Tiene que ser tremendo para una madre perder a un hijo de esa manera. Ningún padre quiere morir después que sus hijos, creo yo.
Me lo imagino durísimo, la verdad, no me lo quiero ni imaginar.
No te preocupes por tus retoños.Volarán solos algún día, pero en el sentido literal de la palabra.
Coincido con usted, estimada Conguito: ¡Dios nos libre!
Salu2
En efecto, apreciada Livy, y supongo que esa ansiedad solo puede ser sentida en su verdadera dimensión solo por quien es o ha sido padre.
Salu2
Sí, Cactusa, el destino es inexorable. Ya lo decían los clásicos:” Ni aún permaneciendo sentado junto al fuego de su hogar, puede el hombre escapar a la sentencia de su destino”.
Salu2
Supongo, estimado Mega-Silvo, que ante la incapacidad de modificar el futuro, solo nos resta disfrutar cuanto podamos del presente.
Salu2
Permítame que discrepe, Anónimo comentarista. Tiene razón en lo de vivir intensamente y ser feliz, pero prefiero mantenerme vivo el tiempo necesario como para poder contarlo después.
Salu2
Poco podemos hacer en estas situaciones, estimada Lunática: “El destino es el que baraja las cartas, aunque seamos nosotros lo que jugamos” .Shakespeare y Schopenhauer coincidieron en este enfoque, y yo no puedo más que asentir.
Salu2
Trato de sonreírle a la vida, estimada Fiebreflú.
Y usted (y sus besos) me ayudan mucho
Salu2
Coincido con usted, apreciada Luna: En ocasiones olvidamos-tal vez por darlo por supuesto- recordar a los más cercanos lo mucho que les queremos.
Salu2
La incertidumbre del mañana, estimado Buscador, y la inutilidad de nuestros deseos por controlarlo, son las fuentes de la angustia que en ocasiones nos invade. Pero tiene usted razón: En el disfrute del hoy está la mejor terapia.
Salu2
No crea, estimada Merillein, no me preocupa que mis retoños vuelen. Lo que me preocupa es que aterricen antes de la cuenta.
Salu2
http://peleones.blogspot.com/2008/05/muri-viviendo.html
I-¿Casualidad,causalidad?
II-¿Estaremos conentados telepáticamente?
un abrazo en la espalda.
Sí, estimado Peleón, recuerdo aquella entrada.
Y ya lo decía Plutarco: La muerte de un viejo es una llegada a puerto;la de un joven, un naufragio.
Salu2
El escalofrío también lo he sentido yo al leer la entrada, Tordon.
Besos.
Estimado Porquero:
Sus abrazos traperos, por la espalda, van a inducir a pensar a algún maledicente que estamos conectados más que telepáticamente.
Yo le aprecio, que conste, pero (de momento)prefiero a la Jolie.
Saludos, Porquero-guerrero.
Si tiene usted hijos, estimada Hécuba, su escalofrío es más que comprensible.
Bss
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